28 de abril
Hace
tiempo que Eduardo sugirió que comenzara con un diario, pero me daba pereza. La semana
pasada acompañé a Marina a una conferencia en la UNITIERRA, el lugar es una
pasada, tienen un proyecto de escuela integral con huerto y granja. Nos
repartieron pan casero delicioso, además valió la pena porque nunca había visto
al Subco de cerca. No es que esté tan al tanto del EZ, supe de su cambio de Delegado Cero a
Comandante Galeano y sigo las noticias de La Sexta por internet, pero poco más
que eso. Pero quién no se enamoraría de las palabras de ese hombre. El discurso
que leyó estaba narrado a través del diario de un tal Gato-Perro. La idea me
animó un poco, además, me hizo ruido el cambio del masculino al femenino, sobra
decir que hablar de los diarios de una tal Gata- Perra no me remite al mismo
significado. Hace un par de días leí en el feis, que la RAE reconoce más de 100
maneras de llamar puta indirectamente a las mujeres, gata y perra también
figuran en la lista; venga coño y dicen que el lenguaje no refleja al sistema
patriarcal.
Tus pechos se mostraban deliciosos, tenías frío,
me lo dijeron tus tetas duras; me acerqué despacio a tomar tus pezones con la
boca, los chupé, los mordisqueé, los lamí. Daniela, tus pechos rebotaban
mientras ese hombre moreno te embestía por detrás; tus pechos eran dulces. Tu
sudor era dulce y ácido, perlaba tu piel mientras él te penetraba. Me encantaba
mirar la polla entrando y saliendo de tu pequeño sexo húmedo. Por un momento el
miembro se detuvo, y el hombre que te hacía retorcerte, me tomó de la cintura y
me penetró despacio. Tu sabor era lo único que me apetecía probar, tu saliva dulce,
mientras su falo grueso, rígido y palpitante me penetraba poco a poco.
2 de mayo
El resto de la semana,
Daniela me invitó para tomar fotos del evento, le agradecí la invitación, Dani,
sabe que he vuelto a la terapia y que aprovecho cualquier salida para
distraerme. El encuentro estuvo interesante, me enteré un poco, a pesar de
estar liada con la cámara. Los ponentes comparaban al sistema capitalista y
heteropatriarcal con una hidra de siete cabezas, devorándonos. Hablaron de un
largo proceso de decadencia y de una crisis inminente. Salí un poco paranoica.
Otra vez gritabas por la calle, te dejó de nuevo el camión de la basura. Tenías puesto
un negligé rojo, semitransparente, tu pelo, castaño y lacio, escurría sobre el escote amplio que mostraba
de sobra la firmeza de los pechos. Me ofrecí a
ayudarte de regreso con la basura. Tu puerta estaba abierta, me invitaste
a tomar un café. Yo llevaba un vestido corto, morado; justo al entrar, me
alzaste la falda y bromeaste sobre mis bragas de color blanco, me acariciaste las
piernas. El tipo que salió de tu habitación parecía un zombi, aunque tal
vez sólo seguía borracho. Se dirigió
directo a ti y comenzó a besarte, a chuparte los labios, el cuello, te besaba
la vulva como una fruta, te lamió un largo rato. Ana, parecías ser una fuente
donde se saciaba, absorbía tus jugos, como a un melocotón maduro, sorbía con la
lengua buscando tu semilla. Por fin te penetró sobre la mesa. Me quedé inmóvil todo el tiempo, me sonreíste cuando me
paré y cerré la puerta, creo que el tipo, ni siquiera entonces, se dio cuenta
de que yo estaba en la misma habitación. Me fui corriendo a casa, empapada.
13 de mayo
Al regresar a casa vi a los niños
de la primaria cercana, los uniformes
grises y de rallas contrastaban con las lascivas sonrisas de sus rostros. Uno
de ellos, tendría 12 años, tomó a una niña de los hombros, supongo que se trataba
de su hermana, la empujó hacia el otro lado de la calle y le gritó: “¡te dije
que tú vas por allí!”;
la niña, de unos seis años, se
fue gimoteando y arrastrando los pies, justo por donde él le dijo. En mis tiempos, no
se llamaba bullying,
se llamaba: ¡mamá,
fulanito me pegó, me insultó, me empujó, me escupió, me gritó! En mi realidad, se llama Michel
Foucault explicando como las relaciones de poder penetran en los cuerpos; el poder
no nos deja permanecer pasivos, el poder nos obliga a reproducir la sonrisa
malévola que brota en la cara de ese niño cuando empuja a su hermana y le dice
exactamente hacia dónde dirigirse. El poder inmiscuyéndose en todas las formas
de relacionarnos; marcando nuestra relación con el mundo, mi relación con la
naturaleza. Sólo puedo correrme cuando
estoy arriba. ¿Qué dice de eso el psicoanálisis? Yo podría dar una explicación
acerca de la posición de mi pelvis y la postura del pene, podría contar que de
otra manera no se estimula igual el clítoris, decir que los movimientos no se
ejecutan con la misma profundidad, pero ¿qué diría un experto acerca de mi
necesidad de manejar la situación? No sé si reconocería que, como buena gata-perra, necesito
marcar una situación de jerarquía.
12 de junio
Martha está recién parida, su
hija nació hace una semana, apenas hace dos días se quitó la faja que su
hermana le puso. La vi el sábado, llevaba una falda corta y una blusa que se
amarraba por detrás, tenía la mirada vidriosa y unas bragas color carne,
caminaba enseñándoselas a todo el mundo. Eran las diez de la mañana, en la esquina del
mercado había una camioneta blanca. Tres chicos rubios ofrecieron llevarnos a
tomar algo para el “descrude”, fuimos a un garaje bastante cerca. Al poco rato,
llevaba la blusa desanudada, traía las tetas al aire y se frotaba contra nosotros rogándonos por que se las
tocáramos; refregaste tus pechos en mis manos, intenté calmarte, pero todo
sucedía demasiado rápido ¿de dónde sacaron el antifaz negro? ni siquiera te
quitaron las bragas, las hicieron a un lado y después de lamerte los pechos, te
penetraron por turnos, uno detrás del otro, ¿en qué momento comenzaron a grabarte
con sus teléfonos móviles? ¿Cuándo empezaste a gemir como una loca? Parecías
tremendamente húmeda, ¿de verdad no te dolía soportar un miembro tras otro? Y a pesar de que girabas la cabeza de un lado a
otro, apenas movías el resto de tu cuerpo; arremetieron contra ti, o mejor dicho, contra tu
cuerpo que parecía abandonado. Toda tú
rebotabas como un títere, tus pechos, tus nalgas, tus muslos. ¿Cuándo me escabullí
hacía la puerta? Ni siquiera se dieron cuenta. Sabes cuántas denuncias de
extranjeras hay por violación; cerca de Santo lo mismo y en el barrio del Cerrito. Sigo
buscando en internet un video donde encuentre tu cara (ya busqué en:
teens/ latinas/ morenas/ orgías/ videos caseros). Martha, recuerdo demasiados
detalles sórdidos, ojalá hubiese sido un sueño.
20 de junio
Sabes
que llevo tiempo queriendo ir al psiquiatra, los psicólogos no sirven, los
psicólogos ejercen su poder sobre nosotros, permanecen en el escalón más alto, se
niegan a endulzarnos los oídos con palabras, demasiado valiosas para
derramarlas. Sabes que la tentación más grande son las pastas, las pastillas:
litio, valium, diazepam, cualquier cosa que pueda recetarme, cualquier cosa que
me haga olvidar los sueños. Hace tanto que no paso una larga noche de diazepam.
Hace
ya casi seis años que me fui de Salamanca, pero fue hace poco más de un año cuando
comencé a tener los sueños: primero soñé que plantaba un árbol con raíces
encogidas. Podía sentir
todas las noches, como si yo fuese el árbol mismo, que sus raíces no tocaban
tierra.
Eduardo me pidió que interpretara lo que el árbol representaba,
le dije que sentía que era una espera continua, interminable, era lo más
parecido que puedo imaginarme al infierno.
-
¿No crees que
el árbol es un símbolo de culpa?
-¿Culpa? Venga, Lalo, no me jodas, no puedo seguir
pagándote un dineral por escucharme. Intenta ser un poquito más propositivo.
La
verdad es que nunca le hablé sobre los otros sueños, ni insinué a qué clase de
espera me refería. Me masturbé infinitas veces pensando en Lalo, pero él era
una persona tan correcta, tan profesional, tan adecuada para su estilizada novia.
Algunas
cosas sí tuve
que contárselas, pero ni a tu psicólogo puedes contarle todo, no podía
arriesgarme a que pensara que estaba loca. Sabía del enorme trauma que he
sentido siempre: esa imposibilidad de
gustar, el miedo enorme a mostrarme desnuda, mi deseo terco por permanecer
vestida hasta el final, mi negación a quitarme el sujetador, sabía que no me
gustan mis pezones. Hasta cierto punto, Eduardo conocía mis relaciones
insatisfactorias y supongo que infería que casi nunca me iba a dormir
sexualmente satisfecha.
La verdad es que es un círculo
vicioso, tengo pareja porque no puedo permanecer sola; sabes que me cuesta levantarme de la
cama, tenderla, peinarme, darme una ducha; todo se convierte en una
batalla casi imposible de librar. Cada vez que conozco a alguien paso algunos estupendos
meses de folladera loca, después las cosas se enfrían, y el sexo comienza a
espaciarse, una vez a la semana, cada quince días… la rutina, el trabajo, una
vez al mes, hasta llevarme a la locura insoportable de varios meses y
entonces los sueños aparecen.
Los
personajes aparecen de la forma más extraña, muchas veces se trata de alguien
con quien me cruzo durante el día, alguien
que vi en el transporte o en la oficina, de quien de forma consciente nunca me acordaría; se
aparece en mis sueños, desnudo, con un tremendo miembro o con unos pechos
hermosos, casi siempre enormes. También se me aparecen amigos, los compañeros
más insulsos de trabajo, actrices porno y
algunas veces, personas
imaginarias, preciosas barbies plásticas, acompañadas por tipos duros.
A Lalo lo invocaba antes de
dormir, veía su delicioso color dorado, en contraste con los ojos
claros; su acento extranjero y la piel tostada me invitaban a mordisquearlo
como a un chocolate oscuro. Incluso soñé algunas veces con su novia, una
colombiana preciosa que destacaba por su altura, era incluso más flaca que él,
casi escuálida y de piernas largas.
Cuando abrí la puerta del estudio, lo vi de espaldas, tenía unas nalgas parecidas a las de un ex novio, redondas y apretadas, se movían a un ritmo sincopado. Ella estaba sentada sobre mi escritorio, tenía una tanga roja, diminuta, enredada en los tobillos; su tono bronceado me hizo recordar a Eduardo, desearlo una vez más. Avancé unos cuantos pasos, quizás no me habían escuchado entrar, vi que su rostro estaba oculto tras una pequeña máscara, tal vez se trataba de él. Sobre la mesa había un antifaz de plumas, me lo puse y me acerqué otro poco. Esos pezones gordos y oscuros sólo podían ser de Mónica, ella sonrió un poco y él se detuvo, pude ver su miembro venoso y flaco, ella se dio la vuelta, se recargó sobre el escritorio y me sonrió, apenas veía su rostro, me senté sobre la mesa durante un rato, me acerqué a lamer sus humedades, el dulce coño de Mónica, su vello suave, los duros cojones de Eduardo, su polla palpitante. Luego me acomodé sobre la mesa, ellos siguieron con lo suyo, pero Moni me lamió hasta correrme, mientras los dedos de Lalo resbalaban y se metían en mi coño.
28 de junio
Mi
relación con Eduardo no podía salir bien, por eso decidí terminar con la terapia; a él
tampoco le contaba de mis noches de Lady Chatterley, refregándome contra
las sábanas, mientras mi pareja en turno, suspiraba profundamente a mi lado desde su quinto sueño.
¿La
psiquiatría reconoce algo parecido a una ninfomanía onírica? Temo volverme
una actriz porno, está claro que las ganas no me faltan, pero seguramente sí el
potencial; no tengo unos labios voluptuosos, mis caderas apenas pueden llamarse
anchas, mejor ni hablemos de los pechos, sabes que hago lo imposible por
permanecer con sujetador, sabes que me veo al espejo y comparo mi asimetría
dolorosa. Tal vez por eso en los sueños, los pechos son un tema recurrente, tal
vez por eso me gusta tanto verlos rebotar, mordisquearlos y lamerlos despacito.
Sabes
que platicarte esto a ti, el diario de una gata loca, es parte de la terapia. Necesito
desahogarme, me duele amanecer con el cuerpo adolorido, roto. Sabes que hasta me
da miedo emborracharme por lo que pueda salir de mi boca. Tú sabes que he
tenido los pensamientos más absurdos: yo, Marianita, follando en otra realidad,
desdoblando mi cuerpo hasta que soy más yo, más libre, más Mariana, donde lo
puta no sólo me sale de la lengua sino del coño y del alma. ¿Tú piensas que
tengo alma? Tú no puedes pensar que sea una puta desalmada. Las ojeras se
vuelven cada vez más grandes, casi tanto como las ganas. ¿Piensas que se me ha
puesto cara de puta, que la gente lee en mi rostro todos los pensamientos
sucios; que en mi frente se leen las escenas de los sueños, las más dulces, las
más sucias?
6 de agosto
La
terapia funciona de maravilla, Daniela está feliz, parece mucho más estable después de la
terapia, Ana también me la recomendó mucho. Me dijeron que agarrara la onda, no está chido
vivir en este siglo y aspirar a meterme pastas para poder dormir. Lo de hoy es
la terapia alternativa, la medicina maya, naturista, homeópata… Por una vez les
hice caso y parece que mi deseo frustrado de acercarme a la psiquiatría,
resultó fructífero.
Claudia
es una mujer madura, va de pelirroja, es bajita y menuda, tiene sólo la redondez
justa en las mejillas, en la cadera, en los muslos. Me pide que me relaje, pone
sonidos ambientales y usa incienso de manzana y mango,
nunca tiene prisa por terminar. Me pide invocar los sueños, me pide abrirme como
un torrente, acercarme a la imaginación y a los deseos, alejarme del
remordimiento. El masaje de útero es
sumamente relajante, y no, no genera culpa.
Fotografías de la web
orquidea psicopata