sábado, 6 de marzo de 2021

La humedad


La peor parte de salirse fuera de la norma,

la peor parte es el estallido

y lo incontenible que resulta,

la satisfacción, el placer,

el jengibre y la remolacha que solo pueden servirse

a cucharadas grandes.

Nosotros huimos de las sábanas blancas,

nosotros perseguimos el humo,

seguimos el humo blanco del romero y de la ruda

desperdigándose despacio por el cuarto.

 

¿Qué sabes tú de humedad si no me has visto derramarme?

El agua  tantas veces lo ha inundado todo,

las cajas con papeles,

 las actas, las tenencias, los permisos,

han quedado inservibles, ya demasiadas veces.

Mi meta no es amar por tedio o por aburrimiento.

Yo prefiero que el agua lo anegue todo,

prefiero el moho,

prefiero el croar de los anfibios

prefiero salirme del destierro,

yo prefiero la humedad de la palabra,

yo prefiero la humedad de mi orgasmo, barriéndolo todo,

prefiero dormir sobre los charcos,

prefiero que en mi cama crezcan los nenúfares.

Yo prefiero que esta vez no cosas mis labios

ni me cierres los ojos

yo prefiero mi lengua bífida

prefiero el líquido que te empuja y te desplaza,

prefiero la corriente arrastrándote junto a las cajas,

junto a los poemas húmedos, las cartas,

la mesa, los bancos, tú, flotando.

Yo prefiero la orquídea del sexo sahumeriada,

perfumada con olor a vainilla.

Ni flor encerada, ni pétalo frio,

ni luz artificial.

Yo prefiero la quietud del tantra,

prefiero el susurro y el grito,

prefiero la cama en el agua.

 

Yo jamás conocí el mar

porque el agua ya venía derramándoseme.

El estallido.

El disparo de agua y de luz.

Yo me reconozco,

me nombro hoy como hija de Yemayá,

porque su brazo poderoso me limpia,

y su lengua sale de mí, de mis ojos, 

y se escurre de mi nariz,

y se vuelve conejos y cocodrilos,

y libélulas y grillos,

que se asomaban de mi vulva.

 

Yo jamás conocí el mar

porque en realidad no puedo desligarme de la escama,

de su iridiscencia sagrada,

su tono naranja se pega a mí,

y mi piel, no es más del color de la vergüenza,

es del tono de la pira en la que busco crepitar.

Me arrojo pero me sumerjo

busco en la profundidad,

buceo en la herida

porque yo soy madera húmeda,

porque hoy no siervo para arder,

ni para quemarlo todo

hoy solo soy una casa de palomas,

soy la medicina que cura mi fiebre de luna

soy el cuento que me arrulla antes de dormir,

soy el destello de luz azul,

soy el brillo que se cuela temprano por la mañana,

soy la cortina hecha a un lado,

tibia, pesada, y color rubí.

Soy el recuerdo de esa noche de coyote,

la noche de la inundación,

con la casa a oscuras, 

con tu lengua rozándome las corvas.

Aun recuerdo la arena y la casa.

Nosotros no íbamos al mar,

solíamos limpiarnos con nuestras propias lenguas,

como gatos,

solíamos acurrucarnos y enrollarnos.

 

Jamás conocí al mar, pero este solía desparramárseme,

solía jugar con tu piel entre mis dedos,

solía aparecerme como un brazo,

cuando sonreías y me quedaba mirándote

como si viera a Dios,

mientras  prendía una varita de incienso

o encendía una luz.

Dele candela que la madera húmeda no arde,

ni sirve para tallar.

 A mí me cuesta quemar

porque casi siempre me encuentro húmeda,

en los dedos de los pies traigo hipocampos

y los albatros se asoman por mi pelo,

 a veces, alacranes de agua juegan con mis uñas.

 

La marea del amor si la conozco,

sus olas rosas, rojas, violetas, verdes.

La marea del amor

me engulle y me devora, y ahí,

al fondo, está la luz, el otoño, la memoria,

la luz radical que reverdece.

El orgullo es quien ha muerto y no Dios,

y esa varita seca hoy tiene brotes.

La humedad salva,

 la humedad nos hará libres.

Somos semillas decadentes pero fértiles.

La verdad ya se rompió en la fuerte,

la verdad estalló

y quedaron solo estelas de colores,

en lugar de cántaro.

 

Esta noche vamos a cantar,

la mar vendrá a visitarnos.

Hoy seremos infierno y paraíso,

eco de luna.

El oráculo dijo que abríamos de despertar,

que dejaríamos de ingerir trozos amargos.

La miel del cielo sobre ti, sobre mí

sobre esto, y sobre aquello.

El oráculo dijo la humedad os hará libres

 dijo la verdad ahora es líquida

y huele a jazmín, y a sal.

Eco salado, lágrima,

trocito sagrado,

límpiame esta noche, y dame tu paz.

 


 

 

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