A partir de ahora,
inevitablemente…
a partir de ahora
pensaré en ustedes
al comenzar
un verso, una historia, un sueño.
Mis queridas ausencias,
mujeres que reverdecen en tierras frías
mujeres de corazón de noche,
mujeres de corazón de musgo
de corazón mucilago,
de corazón de caracola,
de corazón de lentejuela,
de pirita, de amatista y cobre.
Mujeres que florecen desde su
corazón nocturno,
mujeres de piel espejo,
mujeres que no son grises,
mujeres que plantan sueños,
mujeres que no son ciegas,
mujeres que echan raíces
en este valle en el que habita, y duele,
la ausencia del durazno.
Y a partir de ahora no me refiero a ustedes,
¡mis queridas ausencias!
en este momento
me refiero a otras,
porque me da miedo que un día
me ocurra en realidad lo que imagino
pienso en que la gente dirá:
¡ahí viene!,
ella viene un con un ejército de muertos.
-
Aquel le prepara café
-
aquel todavía le canta canciones
-
aquel de allá, por la noche le cuenta sueños,
-
ese otro
nunca le escribió un verso,
-
el de allá le acariciaba los pies...
Ella también tiene un corazón de noche,
ella tiene un ejército de muertos.
Ella se acostumbra a habitar de tantas formas,
esas queridas ausencias.
Me acostumbro a habitar estas ausencias
me acostumbro a habitar mi corazón de noche,
pero no al ejercito de muertos,
a eso todavía no,
y es que hay ausencias que ya no duelen.
No importa el tiempo.
Porque hay ausencias que ya no están,
Pero hay ausencias siempre húmedas,
hay ausencias que arden, pican,
no sacan costra.
Hay presencias que dada la velocidad de los vectores
impactan en el curso de nuestra vida,
la desplazan,
la descarrilan,
cambian el rumbo,
y tal vez esas ausencias permanezcan siempre
tal vez un día
también se sequen y se desprendan.
Yo solo sé
que un día los ojos arden por la mañana
que la piel arde
cuando volteo para decir: gracias
para decir: ¿bailas?
para decir: aliento-fuego,
para decir: hola, soy la pajarita…
hay algunas mañanas en las que ya no es posible decir
gracias-perdón-te amo-lo siento.
Un día por la mañana
la ausencia se vuelve ausencia,
y a veces duele.
Pero ¡ay mis queridas ausencias!
¡aprendo tanto de los tejidos de sus manos!
un día
préstenme su aguja
una noche
ayúdenme a tejer
ayúdenme a coser
un sueño luminoso
uno en el que desaparezcan todos mis muertos…
porque yo sé que aunque ustedes los vean
ustedes no dirán
¡ahí viene!
ella tiene un ejército de muertos.
cuando un tejido se hace luz



Con un ejército de palabras, ahí vienes. Con la maestría para entretejerlas y decir ausencia o muertos, conmover o llamar a rebato. Y casi nunca es dulce, tu poesía. Pero mueve y conmueve. Y ese es su trabajo.
ResponderEliminarte extraño y te adoro desde la palabra, porque esto nunca será un ring y auque yo aprenda a boxear, nunca estaré preparada para ese gancho al higado, te esctraño Pili apenas vi tu comentario, tantooo y tanto tiempo después llegó en el momento preciso y en la hora justa. Gracias.
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