jueves, 5 de agosto de 2021

Máquina


Me siento tan fuera de la maquina

que a veces los recuerdos son solo formas grises,

he olvidado a los médicos de bata blanca,

los que creían que podían enseñarme a menstruar, a venirme, y a parir…

Me olvidé de Madrid,

de sus aceras cargadas de pesadumbre,

 de sus calles pegajosas, de tan llenitas de polen,

me olvidé de cómo era estar callada

y descubrí lo que era estar realmente húmeda,

descubrí lo que es arder solo con risas y miradas.

Me olvidé de Cioran hace mucho, y

aborrecí sus estertores,

y hoy me siento tan fuera de la máquina

que apenas recuerdo las cosas grises,

los días grises, las caminatas grises,

las playas, grises,

los distintos tonos de gris dentro del metro,

los grises negros del asfalto,

mis parpados grises cerrándose de cansancio en los vagones,

hoy apenas recuerdo el caos

o a la angustia que me produce,

o la frialdad apacible,

o la cordialidad que habita las miradas sesgadas.

Me siento tan lejos de la maquina

que hoy sueño con dragones,

 a veces me rio demasiado

y durante días siento dolor en las costillas,

me duelen de tanto reírme,

de tanto oler las flores,

de tanto perseguir los unicornios,

de tanto percibir llamas violetas.

Y esto se siente tan fuera de la máquina

que hoy también me siento fuera

de la maquinaria del poema.

Aquí solo quedan gatos y vísceras.

Me quedan unos poemas realvisceralistas,

y es que, es tan poco el poema pero es tanta la poesía,

me queda el canto, y la lluvia,

 la belleza siempre,

y el cabello largo,

y el pozo de amor propio,

Y hoy me siento tan fuera de la máquina,

tan lejos el vértigo

 y tan cerca la nostalgia,

tan fuera del exilio

y tan cerca de los amaneceres húmedos,

empapados de agradecimiento y de rocío.

Tengo el pecho tan henchido que apenas puedo escribir,

apenas puedo pensar en el goteo de la máquina,

porque hoy sueño panes y peces,

porque hoy la tristeza no anida aquí,

porque percibo un amor suave y dulce,

peludo y blanco como un conejo,

porque me expando con los rayos rosa

de ese amor conejo acurrucado en mi pecho.

Hoy me siento tan fuera de la maquina

que sueño con los pies mojados,

y apenas recuerdo esos atardeceres raros y secos,

aunque a veces todavía tiemblo.

Hoy nada sé de hélices, herrajes, tornillos, motores, catapultas…

Hoy bailo con palabras en un lenguaje de planetas y orbitas,

 tan cerca de la Diosa del agua, tan cerca del Dios de los pájaros…


 *poema Ausencia del durazno, a partir del tema: máquina

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