Viajan al hemisferio muerto de mi mente
salen de la agonía de tu voz,
partículas de polvo se abren a su encuentro.
Yace mi olor,
deshecho
en la mortandad de las palabras,
escondidas por milenios
en la brillante locura del cielo.
He recorrido mis piernas durante toda una noche,
mientras el verano dormía a los pies de agosto,
descubrí que pensaba en los retratos,
en las horas muertas, en joyas perdidas,
en los momentos en los que quisiera ser viento para
saber qué decir,
cuando te ahogan los violines de la muerte,
cuando los segundos te roban la inmortalidad.
De tu pelo cuelgan mariposas,
toda tú, pendes de las lágrimas de un rostro
en el eterno jardín de las gardenias,
en flores secas
te sumerges
a recargar tus ojos de agua.
En tu sombra estuve reflejándome,
en el vaivén de la espera y de tu olor,
entonces vi que eras larga como calles,
eres larga como promesas incumplidas.
Vi que arrastrabas vestidos
durante el acontecimiento de la avenida.
Y las palabras
moribundas,
somnolientas,
jugaban en la promesa de tu sexo.
(2004)

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