En la vida hay amores que nunca pueden olvidarse,
imborrables momentos que siempre guarda el corazón ¿pero y los que no son
amores? Esa pasión rojiza que mancha los
dedos, los recuerdos, de una baba espesa. Sí la putería, quince años, y el orgullo de querer perderlos, crecer,
vivir de prisa;
y te apareciste tú, no sé quien eras, de rasgos finos,
ojos dulzones, bien vestido. ¿Hacías que todas cayeran como yo? ¿Yo, sabia lo
que estaba haciendo? Quería desembarazarme de esa virginidad, de esa
“inocencia”, desde hace mucho había entrado en el periodo en que esas noches cálidas
me impedían dormir, pero no había ningún valiente, nadie que se peleara por mi
cual “caballero”, ni siquiera alguien que se desvelara un poco pensando en mi.
Años sin novio, ¿y por qué? Varios después de ese primero, años sin disfrutar de
esas cosas estúpidas que me hacían burlarme de los demás, de ese romanticismo
barato que envidiaba tanto. Yo gimiendo por la noche, llorando por no ser el
motivo de ilusión de alguno, ¿será que era culpa de mi generación? ¿Por qué
todos los don Juanes que conozco están tan ansiosos de empedarse pronto, y si
esa noche hay suerte y “pueden” porque la coca a sus veinte años ya los dejo impotentes.
Y apareciste tú, no podía ser otro, con esa cara de junior
y esas palabras melosas ¿a quien se le escurrió decir que se deslizan como miel
sobre hojuelas? Caen, si, espesas y frías deslizándose por la espalda despacio,
despacito, y arden. Noche de alcohol y de besos ¿te fijaste en mí? Para confirmar
que no era un sueño llamas a las ocho de la mañana, me acababa de dormir, pero
esas palabras bonitas… ¿será cierto que como me contaron, tu todavía no te habías dormido, que te habías
ido al puti-club y antes de dormirte decidiste llamar con el cuento de no te
olvido?... Y eso que importa… ¿Me importo entonces? Solo necesitaba saber que
no había sido un sueño, que para mi también había esperanza.
Y yo que necesitaba de un Jack Keruac de su budismo
envolvente, de su amor compasivo, ¿te elegí porque no confiaba en ti? Porque
mis amigas de la prepa me envidiaban cuando ibas en ese carro a recogerme, porque tenía ganas de
probar hombre...
por eso ese me vestí para matar escogí un sostén negro
una blusa transparente, unos calzones de encaje, como siempre arriba un suéter y un pantalón vaquero, salí a
las 10 de la mañana de la prepa, te esperaba
ansiosa, le había contado a las chicas de la prepa que quería perder la
virginidad, una de ellas tenia ya tenia una hija fue la única que no se
escandalizo las demás querían conservarla para aquel que las amara, pero todas
dijeron que eras un desconocido tenia una semana de conocerte, pero ya había
tomado la decisión.
Me saque de onda al ver que ahí estaba tu amigo Neto,
me ofrecieron un ron, eran las 11 de la mañana y acepte y también una fumadita
de mota. Luego él me llevo de la mano hasta su cuarto, el ritual de siempre,
comenzaron los besos, no sé porque en ese momento dije no, el miedo me
paralizo, el mal viaje, las imágenes… y si los dos abusan de ti, si te violan,
y tu padre acariciándote las piernas, su rostro enfermo, las cosas que decía de
tu madre, los insultos que salían de su boca porque no era nueva cuando la
conoció….
El dijo que ya
sabía que eras virgen desde el primer día que te vio, te preguntó si tampoco
habías jugado con tus dedos, siempre te trataba como a una tonta quizá porque
reaccionabas de esa forma, sólo con un tímido si o no, no le hablaste del ansia
desde los nueve años, de esas manos que hubo desde antes de las suyas.
Dijo te va
doler pero te va a gustar, y tu seguías seca, rota, con el miedo hecho nudo,
hecho bola, paraste los besos y vino el forcejeo, luego el llanto, el miedo que
seguía acalambrándote las piernas, y él tampoco entendió, y ya solo supiste que
debías ayudarlo a terminar para que esa navaja cesara hiciste todo lo que te pedía
con las manos, con la boca.
Y Después la culpa. Pensar que otra vez te habías
equivocado ¿pero y ahora que? él se fue a la ducha y tu te quitaste el rímel
que se te había corrido y sentiste tu piel pegajosa, sucia ¿por eso él se fue a
bañar? Para quitarse ese asco que tú también sentías, ¿donde estaba tu
seguridad, tu alegría de haberlo elegido? Neto apareció de nuevo, sabias que de
seguro había escuchado todo, cuando estabas pataleando, cerrándote, seca,
reseca ¿porque entonces no vino? porque ahora con esa sonrisa de: no sé nada, “solo
vine para decir que tengo hambre”. Nos fuimos a un botanero, con la primera
cerveza me caí al salir del baño, me llevabas de la mano preguntando si me
sentía bien.
Al día siguiente cabizbaja les contaste la anécdota a
las chicas, si eso era hacer el amor para qué hacerlo, les enseñaste algunos de
los moretones en tus piernas, te preguntaste tonta, si un momento antes cuando
dijiste no, tenias el derecho de parar.
Ellas también opinaba
que no, que todo se había consumado desde antes cuando ese día por la mañana
habías tomado una determinación, además dijeron “como no se iba a poner
cachondo como un perro si ayer trajiste esa ropita…” claro, era tu culpa.
Y aunque pensaste que sólo le servirías para una vez, te
llamo de nuevo, una y otra y otra vez, acudías a él primero solo para verlo
omitiendo el odioso detalle de la penetración después ya no dolía, después sólo
el placer y en la escuela las ganas de tenerlo que te sacudían.
¿Fue bueno mientras duro? Aunque tu prima te dijera
que se había acostado con ella y con su amiga y la otra y otra, y otra, con la
maestra, aunque te enseñara su colección de fotos, solo mujeres guapas en
fiestas, sonrientes, frescas. ¿Qué hacías tú ahí? Con tu complejo de
inferioridad, con tu carne insulsa, le dabas las gracias cada vez que lo veías,
sí, habías tomado la decisión correcta, lo sabías cuando él te amaestraba “pon la piernita aquí, y la otra allá”
así querías vivir el amor, necesitabas de su lejanía, de su falta de cariño, de
su mordacidad cínica y de sus comparaciones, y a pesar de que dijiste que no te
ibas a enamorar él, de ese desconocido, tu no sabías que no eras como él, no
sabias que no te iban a bastar tus ganas de no amarlo para frenar tus ilusiones,
para no hacerte castillos en el aire como la niña de quince años que en
realidad eras.
Por eso
fue que me viste tan tranquila caminar serenamente bajo un cielo más que azul,
después ya vez camine hasta donde pude y termine llorando a mares, donde no me vieras
tu… si yo te hubiera dicho no te vayas, que triste me esperaba el porvenir, si
yo te hubiera dicho no me dejes, mi propio corazón se iba a reír.
imagen: Tolouse de Lautrec

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