Tan lento como el movimiento de su mano deslizándose
despacio hasta la aguja.
Remedios permanece en el centro de la habitación con
los ojos llorosos, quizá debido al exceso de luz, quizá por el esfuerzo que
hace continuamente forzando la vista para enhebrar.
¿Se diría que Remedios es una efigie de la modernidad,
un dios absurdo?
Sus dedos tiemblan, más no para ni cuando sus
cutículas sangran, tampoco al estornudar. Se concentra sólo en el lento
movimiento de su brazo al ensartar el hilo. Se levanta y lo coloca sobre
cualquiera de los muros, están cubiertos de
algodón. El cuarto es un enorme cojinete azul para poner agujas.
Remedios se sienta y de prisa toma con cuidado una aguja
más de cesto que contiene un número
incontable.
.jpg)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
¡Gracias por comentar y compartir!