He pensado en ti tanto esta noche, madre,
los tilos brillaban tanto.
Un árbol, un alma,
una conversación dentro de un coche,
una habitación orientalizada.
Se un castaño, un nogal,
Se un alma, se un pino,
se un avellano, un tilo.
Una noche de búsqueda,
Un lenguaje de aguacate o palta,
de duraznos, tomates, nectarinas.
Un lenguaje de asepsia,
de pasillos blancos
pero olor a marisco,
pero bandejas de carne,
rellenitas de sangre,
bandejas envueltas en coagulante y recubrimiento plástico.
Pasillos de chocolate blanco,
de harina tamizada
de azúcar refinada.
Se venden almas de bajo presupuesto
se venden cuencas huecas,
pan de muerto, y
pan de mantequilla.
Suelo comprar manzanas en el supermercado
suelo no enorgullecerme de cada una de mis acciones
suelo evadir la responsabilidad,
de la forma más certera y absoluta.
Suelo encontrarme todavía con culpas y
con cosas para reprocharme.
Se buscan culpas en el supermercado:
llévelas frías o calientes
llévelas listas para comerse
o
para colocarse en la alacena.
Fruta escarchada y miel,
latas de frutas en almíbar, ego.
Se buscan promesas para llevar.
Promesas y tortillas
compradas como pan caliente.
Recorro los pasillos blancos del supermercado
y pienso,
que desde hace tiempo conozco a un angel,
es un niño sonriente y castaño,
que a veces va descalzo,
más que caminar en un mullido colchón de nubes,
corre entre pasto crecido y lodo.
A veces, me he sentido tentada
de gritarle al saludarlo de lejos con la mano:
“sé que tú eres mi ángel”
Lo veo rodeado de una multitud de plumas
fuera de una carnicería de aves.
Creo que una tarde también vi a Dios
lucía como un mendigo,
un envejecido Wat Wilman,
un poeta herido
junto a un perro
eléctrico,
lamiéndose sus rugosidades.
Camino,
y veo papayas y sandías,
son de color verde amarillo,
como fronteras diluidas
o híbridos
entre jabones antibacteriales y bolsas de tomillo.
Y otra vez la asepsia,
y el olor a legía,
y botellas esmeriladas,
Y latas de almejas que no puedo pagar,
Fetidez de aguas negras, embotelladas.
Se vende incertidumbre.
Pase al pasillo 8 y encuentre,
De todo menos algo útil,
encuentre aquí todo,
menos la ternura,
menos los tilos brillando ahí afuera,
y las gotas de lluvia, tú y yo en medio de la noche,
todo menos la transparencia y el abrigo,
menos los frascos que se van quedando vacíos,
menos las luciérnagas chocando en la ventana como aquella noche.
Encuentre aquí la lucha de Sísifo,
encuentre aquí las etiquetas y el hiperconsumo.
Léase vale para todo
Hiperconsumo de cuerpos, de pieles,
Canibalismo y antropofagia,
tratando de colarse en nuestros corazones.
Pero ¡ah la noche y los tilos brillando!
sus hojas todavía mojadas,
sus hojas brillando allá afuera.
Rompamos el muro,
huyamos de los pasillos blancos,
corramos a jugar bajo los tamarindos .
Veo escurrirse
silencios y agua de perlas fuera de mi boca.
Vamos a encontrarnos con el verde que aun sobrevive ahí afuera.
Vámonos al viento negro.
Vamos a pelearnos con esta cultura de desecho
o comamos arroz chino y demos una vuelta,
y hagamos de esta noche
la ternura y la fiesta,
la magia y la ternura,
la ternura.
Orquidea Bezares

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