jueves, 28 de julio de 2011

Canto a mí misma (u oda a Walt Whitman)




Con uno sólo de mis dedos
rompo el muro de la noche”*
rasgo el canto del mundo.

Mi boca no basta para sanar.
 lianas venenosas que se esconden en mi boca
me impiden emitir cualquier orden o súplica.
 Nada hay que rompa el círculo,
que frene la procesión solar.

¿Con qué voz debo  pedir perdón a esa luz trágica
 a esa pálida luz que se ha eclipsado de tus ojos,
a ese resplandor nuclear
que se oculta en nuestros huesos;
se vuelve piedra, nos vuelve cal?

¿Dónde encuentro esa voz de puta,
esa voz de mártir para vaciar el odio,
para partir la sangre en dos?

Cazo palabras,
persigo ese mar efímero,
corro detrás de ellas para ahuyentar la nada,
para no ver  la corrupción de la memoria.
Pero  sé que ningún llanto,
ningún desgarro,
ningún grito coloreado de sombra,
basta para matar la soledad,
para hallar en la penumbra
el vestigio de lo humano.

*Raúl Garduño.



orquidea psicopata

2 comentarios:

  1. Tal vez no encuentres la voz, pero tienes la fuerza, mágica, trágica y desgarradora de la palabra.

    Beso.

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